Cinco orejas y un despropósito
Ser figura del toreo es prácticamente un milagro. No es simplemente cuestión de actitudes y suerte, se supone que con los bureles con los que toca medirse, no sólo es eso… También es necesaria la suerte para que quien se siente en el palco presidencial tenga la capacidad necesaria para entender todo lo que sucede en el ruedo. Que quien durante el festejo es la autoridad, tenga la mínima sensibilidad para saber valorar la magnitud de una faena, que sepa cuál es la medida justa para premiar la labor de un diestro y que imponga cordura en ese compendio de ideas en el que se convierte una plaza de toros. Ni que decir tiene que además, debe saber interpretar el reglamento regulador de un espectáculo taurino y que no está bien visto aplaudir cuando se es la autoridad. Lo de la centenaria plaza de toros de Haro fue todo lo contrario a lo que debiera ser el palco, cuya autoridad máxima la representaba el edil jarrero Ángel Conde que no supo estar a la altura de sus funciones. Sacar dos pañuelos blancos a la par para premiar con dos orejas lo que ha sido una faena de cantidad pero no de calidad o aplaudir en el arrastre al último toro no estuvo bien. Vale que con lo de las dos orejas podemos agarrarnos en parte a la soberanía del público, pero no podemos olvidar que el segundo trofeo es potestad del presidente.
Se lidiaron seis toros de Valdefresno en la “Corrida Extraordinaria de Primavera” celebrada en la plaza de toros de Haro. El encierro, muy torero en cuanto a presentación, pecó en líneas generales de falta de transmisión, bravura e incluso rasmia. Diego Urdiales fue ovacionado en el que abrió plaza. Un astado que de salida ya se mostraba desentendido de todo lo que ocurría en el ruedo. Suavidad en las muñecas de Urdiales para recibirlo de capote. En el tercio de muleta, el astado hizo en todo momento por irse, pero Urdiales le sacó lo poco que tenía dentro. Muletazos templados con la diestra, casi parando el tiempo y con la izquierda el toreo fundamental, el de verdad, el que sale desde dentro. Lástima que al animal no le hubiera tocado la varita de la bravura. Urdiales saludó desde el tercio tras emborronar su labor con la espada. En el segundo de su lote, poco pudo hacer. Topó con el astado más deslucido. Siempre con la cara por arriba, miradas, parones y un arreón al final de cada muletazo. El arnedano lo intentó por ambos pitones y su labor fue silenciada.
David Fandila “El Fandi”, llegó a Haro cargado de ganas de agradar al público. Dos largas cambiadas en el tercio fueron sus “buenas tardes” seguidas de un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo. En banderillas llegó uno de los puntos álgidos del deleite del respetable. Ya con la pañosa el público valoró mucho el abundante toreo accesorio que interpretó Fandila. Una estocada entera le sirvió para sumar a su esportón el primero de los tres apéndices que cortaría. Con el quinto se abrió de capote para recibir a un Valdefresno con buen son. Cuatro pares de banderillas bastante traseros fueron los que colocó El Fandi, antes de comenzar una faena de mucha cantidad y poca calidad. Series muy breves, tanto que eran de uno o dos muletazos y el pase de alivio por arriba. Recorrió medio ruedo durante la faena, faltó colocación, adelantar la pierna contraria y todas esas reglas de oro de lo que se supone que es el toreo. Estocada certera y el tendido, eufórico, agitando sus pañuelos blancos contagió el “subidón” al presidente que sacó de una vez dos pañuelos blancos. Pitos en ese momento, pitos cuando “El Fandi” recogía sendos trofeos y pitos al palco al finalizar la vuelta al ruedo. Faltó cordura, ¿o a lo mejor lo que faltó fue afición en la presidencia?
Sebastián Castella se mostró dispuesto ante un Valdefresno con poco fondo y sin transmisión. El burel no tuvo una embestida clara y protestó al dejar atrás el engaño. La actuación no tomó altura y fue silenciada. La tarde finalizó con una faena del francés al toro de mejor condición del sorteo. La actuación fue de más a menos, el toro se fue apagando. Muletazos largos y naturales recios, siempre buscando la colocación, precederieron a unos adornos rematados con una estocada entera. De nuevo pañuelos blancos en los tendidos. Otra vez los dos pañuelos a la par asomando en el balcón presidencial. Y ahora la pregunta de si las dos orejas del toro anterior tienen el mismo valor que las de este otro. Castella contento, el público aplaudiendo entregado el arrastre del sexto de la tarde y… sorprendentemente el presidente también. Algo falla, habrá que hacérselo mirar.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Haro.
Tarde de calor con media entrada larga en los tendidos, como hacía tiempo. Se lidiaron seis toros de Valdefresno parejos, en líneas generales con falta de raza. El sexto recibió palmas en el arrastre.
DIEGO URDIALES: ovación con saludos y silencio.
EL FANDI: oreja y dos orejas.
SEBASTIÁN CASTELLA: silencio y dos orejas.
Isabel Virumbrales