Cambia logroño exige al PP un compromiso con el patrimonio tras el derribo del Parador Norte
El edificio fue en su día el único existente al otro lado del puente de Piedra. La formación destaca que «una casa que indudablemente fue historia y memoria, a través de las cuales se construye nuestra identidad como logroñeses, hoy es sólo polvo».
Cambia Logroño indica en un comunicado que «cabe recordar que el edificio fue levantado en la segunda mitad del siglo XIX por Alejandro Ganzábal, cantero de Vizcaya, aunque, sin embargo, en su referencia catastral, por lo que hemos podido conocer, consta que fue construido en 1947. Entre sus diversos usos destacan el haber servido de casa posada, de taller de herrería y carretería especializado en carruajes, de comercio de tejidos, saldos y retales del republicano Segundo Royo, de ser la única fábrica de champiñones existente en nuestro país en 1931, de hospital de coléricos, de fábrica de lejías, de casa de citas denominada bar ‘Nido’ durante varias décadas o de Escuela Católica.
Ahondando en las causas del derribo, fruto del abandono y el consiguiente deterioro que ha sufrido el edificio y que salpican a nuestro patrimonio, averiguamos que dicho enclave, propiedad de las bodegas Franco Españolas, al no estar incluido dentro del catálogo de patrimonio histórico a pesar de su evidente valor, no tenía ningún tipo de protección, por lo que para su derribo no ha sido necesario ningún informe o análisis que contemple su singularidad, sino que ha bastado con un proyecto firmado por un ingeniero y una licencia de obra».
Por todo esto, desde Cambia Logroño exigen al PP «un compromiso real con la defensa y promoción de nuestro patrimonio, como ya hicimos al llevar a Pleno las mociones sobre el yacimiento de Valbuena y del monte Cantabria, así como la puesta en valor de los restos arqueológicos de la Villanueva. A ello añadimos, ante el presente derribo del Parador del Norte, la necesidad de que se revise y actualice el catálogo de patrimonio a través de un análisis riguroso científico y arquitectónico de los edificios a incluir en el catálogo para su protección. Porque la idea de hacer ciudad no puede convertirse en un discurso vacío, sino que ha de comenzar por la defensa de nuestro patrimonio, de nuestra historia, de nuestros signos de identidad».