San Vicente de la Sonsierra se convierte en el epicentro de la Semana Santa
La tradición de «Los Picaos» hace que la localidad congregue, cada año, a miles de personas.
Los disciplinantes, como siempre, han salido a las calles ataviados de blanco y con la cabeza tapada. Se trata del rito que se cumple desde “tiempos inmemoriales”. Cada uno tiene sus motivos personales y para poder participar han de presentar un certificado de su párroco en caso de ser de fuera de la localidad. Además los penitentes son varones de más de 18 años.
El número de golpes que se auto infligen los penitentes depende de la experiencia y del aguante de cada uno de ellos. La madeja pesa un kilo y tiene una longitud de aproximadamente un metro. Con la misma se flagelan hasta quedar su espalda llena de moratones.
Una vez se lleva cabo el ritual, los disciplinantes son picados en la espalda con la esponja. Se trata de una bola de cera que pincha en doce puntos, uno por cada apóstol, y que hace que la sangre brote para que no se produzcan infecciones. Posteriormente se les sanan las heridas con agua de romero. El alcalde de la localidad recuerda que nos encontramos ante una Fiesta de Interés Turístico Nacional que data de tiempos inmemoriales.