La Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de La Rioja (UDP) pregunta a la sociedad riojana: ¿A quién le importa las personas mayores?
La Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de La Rioja (UDP) quisiera acercar a la sociedad riojana una serie de reflexiones al hilo de la pandemia del coronavirus: Se mire por donde se mire, no podemos negar que en un horizonte como el que nos está dejando la COVID-19, los más damnificados seguimos siendo las personas que estamos cerca o hemos entrado en la categoría de pensionistas y jubilados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de los 75 ya nos denominamos viejos o ancianos. Y además la mayor incidencia ha ocurrido en las llamadas residencias de tercera edad, para mayores o de ancianos –el nombre es indiferente–, donde debíamos haber puesto más barreras ante esta mortífera pandemia.
Muy al contrario, todos los datos –muchas veces contradictorios según la fuente a la que recurramos– nos indican que actualizados por RTVE: “El número de víctimas mortales que el coronavirus ha dejado en las aproximadamente 5.457 residencias de ancianos españolas –ya sean públicas, concertadas o privadas– con COVID-19 o síntomas similares se sitúan en 19.664, según los datos proporcionados por las comunidades autónomas. Así, los fallecidos en residencias de ancianos equivaldrían a un 68,73 % del total notificado oficialmente por el Ministerio de Sanidad.
Aunque Sanidad no ha facilitado el número de fallecidos en estos centros, un documento interno compartido con las comunidades autónomas al que ha tenido acceso RTVE calcula que son al menos 27.359 y que más de dos tercios, hasta 18.883, corresponden a fallecimientos de personas contagiadas con COVID-19”. En La Rioja esta misma información apunta la cifra de 211 personas muertas en residencias. Por no fijarnos en las pérdidas de pensiones de jubilación y de viudedad en los meses de marzo, abril o mayo, que aumentarían estas cifras y que son también muy clarificadores.
Para la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de La Rioja (UDP), lo primero que se nos ocurre es señalar que esto se ha debido a una cadena de negligencias principalmente en los meses de marzo, abril y mayo que, no obstante, no sentimos que se hayan paliado en los meses de junio, julio o lo que llevamos de agosto, por lo que en esta espera a que llegue y sea eficiente una vacuna, nos tememos que vamos a seguir perdiendo ‘unidades’ de nuestro colectivo, si aplicamos los términos de guerra que muchos políticos han utilizado, cuando no abusado del mismo.
Por ello preguntamos si existen ya los anunciados Planes de Contingencia para las residencias con Formación Integral para los cuidadores o tendremos que volver a denunciar que en el esperado rebrote del coronavirus, poco se ha hecho en el cambio estructural y de funcionamiento que necesitan ya nuestras residencias. Las cifras nos indican que 7 de cada 10 fallecidos por COVID-19 estaban internados en una residencia. Lo que supone que seguimos siendo la población más vulnerable, por lo que necesitamos la solidaridad de la sociedad en general, más que la de los políticos. Por cierto, comenzando por la propia familia, por lo que rogamos a nuestros hijos que hagan entender a sus hijos, que son nuestros nietos, que el virus sigue entre nosotros y que si nos lo trae a casa por una noche de cervezas o una reunión con sus amigos, lo mismo vamos a dejar algunas sillas vacías en la próxima celebración de Navidad y fin de año. No queremos que se sientan culpables, pero eso exige por su parte, responsabilidad.
Nuestras vidas, la de las personas mayores, ya lo sabemos, debería tener más valor del que se nos otorga, pues estamos cargados de experiencias, pero al mismo tiempo nos parece que es poco ético el abandonarnos a la suerte de una crisis sociosanitaria, más aún cuando somos, en general, personas con enfermedades crónicas, con pluripatologías y polimedicación.
Pedimos a las autoridades, a todas las autoridades: prevención ante lo que será una nueva oleada de previsibles muertos; financiación al Sistema Nacional de Salud; profesionalidad en el personal que nos atiende en las residencias –ya se tenían que haber elaborado leyes para aumentar el número de profesionales sanitarios en función de la cantidad de residentes– y situarse en una nueva realidad porque la vivida ha dejado al colectivo de los mayores diezmado y en muchas ocasiones con la pena de no haberles podido dedicar una sonrisa, cuando no una caricia, antes de abandonarnos.
Alguien, después de todo lo que se ha sufrido y lo que sufriremos, ¿se hará responsable de las muertes de tanta persona mayor en La Rioja y en España? Concluyen.